FESTEJAR QUE?

Oid el coro de los “progresistas” saludando el gran festejo patrio. Oid a los charlatanes hablando de una historia contada por terceros y cuartos. Oid a toda la burguesía: golpistas y antigolpistas, liberales y estatistas, nacionalistas y proimperialistas, peronistas y radicales, transversales y monolíticos rindiéndole culto a la gran participación popular “en calma” y “ordenada”. Unidad plena, es lo que hubo, más allá de las escaramuzas propias a las que ya nos vamos acostumbrando. Unidad plena pero… ¿Quién se queda con la cosecha? Y gritan desde los medios ¡Nadie! Nadie se puede apropiar de los festejos pues son patrios. Corresponden a todos los argentinos, es nuestra historia, es esto lo que se festeja. Estamos festejando el día en el que fuimos libres…

Algunas voces oficiales, como no podía ser de otro modo, deben seguir coqueteando hacia “la popular”. De ahí que se arrojaran fuertes repudios contra el primer centenario, el que (dijeron) no solo se realizó a puertas cerradas, sino que incluso conto con la participación de representantes de la corona española. En cambio, este bicentenario (afirmaba la presidenta) se realiza con el pueblo en las calles… E iba más lejos aún, cuando afirmaba que “existe una historia edulcorada, que ignora las batallas que se dieron para el triunfo de la independencia…Castelli (continuó) entro al cabildo afirmando que si no se convocaba a un cabildo abierto vendrían con el pueblo en armas”. Aunque bueno, luego de decir esto debió rectificarse en el presente diciendo “que mañana no digan que la presidenta convoca a ninguna batalla, ¡no! por favor” Y siguió cantándole loas a la pluralidad, la democracia, la institucionalidad, etc. No pueden estar más claras las cosas… Es fácil hablar de la historia pasada, de Castelli, de los socialistas y anarquistas, coquetear con el Che, etc. Lo difícil es traducir la historia en enseñanzas para el presente. La presidenta nos deja sus enseñanzas: no hay batallas…. ¿la clase obrera y el pueblo no tienen batallas que dar a 200 años de la independencia político-formal?

Es que hablar de batallas hoy, a menos de una década del Argentinazo es como nombrar la soga en la casa del ahorcado. Es más fácil hablar de Castelli que del 2001, cuando la fuerza de la clase obrera, aunque muy insuficiente como para colocar un gobierno propio, abrió un periodo político en el país en el que se produjeron importantes cambios y lecciones históricas. Por un lado, en este período se constituyo una verdadera política general de Estado, signada por la cooptación bonapartista del movimiento de masas y su reinstitucionalización, a los fines del relanzamiento normal de la acumulación capitalista en Argentina. Por otro lado, la clase obrera dejó sus huellas en el período, poniéndoles límites a los gobiernos que se continuaron, dejando sendas enseñanzas en sus filas. Ante el aumento de la desocupación, los obreros desarrollaron un poderosos y único —a nivel mundial— movimiento de masas de los desocupados. Ante el cierre de empresas, los obreros las tomaron… Ante del avance de la soja y la expropiación de los pequeños productores pobres, se generaron importantes movimientos campesinos. Ante el avante del corralito bancario, los pequeños ahorristas salieron a martillar los bancos. Ante el estado de sitio, los trabajadores salieron a las calles. ¡Si esto no es una batalla! ¡Si estas no son lecciones históricas!

Y claro ¿cómo hablar hoy de batallas? cuando como hace doscientos años, la economía mundial se resquebraja producto de la crisis que lejos de parar, se profundiza ¡No vaya a ser cosa que avivemos giles ahora, a menos de 10 años del argentinazo y con el mundo en crisis! Démosle una dosis de “mística a las masas”, “abramos el coliseo”, pero no avivemos giles… De ahí que la burguesía se haya orinado encima de alegría al ver una multitud en las calles pero en “calma” y “ordenada”. ¡Cómo no van a festejar!

Pero se equivoca la burguesía y se equivocan todos los que subestiman no solo a la clase obrera y a las masas, sino al potencial educativo que tiene la historia y la realidad. Nadie come vidrios. Por abajo del festejo, la clase obrera sigue tratando de convertir los limites con los cuales se encontró en el argentinazo en fortalezas. El desarrollo del movimiento obrero ocupado e industrial progresa a pesar de todos los intentos de la burocracia por constituir una muralla. Ahí está el progreso en un sinnúmero de gremios y empresas que van desde las comisiones internas en San Martin del Tabacal en Salta hasta Tierra del Fuego, pasando por lo conseguido en Subtes, en metalúrgicos, en la alimentación con Kraft, Arcor y otros, en estatales, en el movimiento de fabricas recuperadas, etc. Si bien aún embrionario, este trabajo marca todo un camino en la dirección de unificar a la clase obrera ocupada y desocupada bajo un programa verdaderamente clasista.

Se equivocan también los que solo evalúan a la izquierda por el número de votos conseguidos y no por su avance en la influencia de la vanguardia obrera. Si como decía Marx, las ideas de las masas en los periodos normales de dominación corresponden a las de sus clases dominantes, mal podría ser actualmente la izquierda, bajo esta situación “normal” de dominación democrática, una opción de masas. Pero no ser opción de masas en un período normal no significa no serlo en un periodo pre-revolucionario. Para esto trabaja una parte de la izquierda, porque es verdad que hay otra que desde el triunfo de Stalin en la URSS en la década del 20 del siglo pasado, sigue apostando al frente común de los explotados con “su” burguesía. Unos van al movimiento de masas a ganar activistas por medio del combate de las ideas burguesas que anidan en su interior, otros andan merodeando los pasillos, parlamentos y alfombras en post de algún “frente” oportuno desde el cual trabajar la “contradicción principal”.

Y más se equivocan los que no solo subestiman a la clase obrera y a la izquierda, sino aquellos que subestiman el período histórico que se está abriendo con la crisis mundial. Este período está demostrando la imposibilidad del capitalismo de hacer viable la sociabilidad más elemental, incluso a dos décadas de haberse quedado literalmente con “todo el mundo” luego de la caída del estalinismo. Con las metrópolis en crisis y a la sombra del argentinazo, mal pueden hablarse de batallas en Argentina. Mal puede hablarse de la historia reciente y más debe la burguesía tirar la rueda de la historia hacia atrás.

¿Qué festeja entonces la burguesía? La burguesía festeja en Argentina el hecho de seguir existiendo, aún a costa de haber tenido que entregar para esto algunas concesiones o algunos de sus cuadros y hombres de estado a la barbarie de la “opinión pública” y/o la “prisión”. La burguesía festeja que las guillotinas con las cuales la historia se abre paso, aún y solo aún, no están listas para ella.

¿Festejar qué? Esta es la gran pregunta que todos aquellos que militamos porque las bases que producen y reproducen un mundo cada vez mas podrido desaparezcan. Que la burguesía festeje su bicentenario entonces. No tenemos nada que hacer junto a las clases dominantes argentinas. Estas que nunca hicieron la reforma agraria, que no industrializaron el país, que lo sometieron continuamente a los imperialismos de turno, que lo han llevado de estar entre los 10 países económicamente más importantes a disputar el Rankin del atraso. A 200 años de la independencia que nos iba a dar la “noble igualdad” hoy nos encontramos con la educación pública liquidada, con la salud igualmente en ruinas, con los grandes recursos de la patria en manos de transnacionales. El trabajo esclavo ha resurgido en los sótanos de las “maquilas” ilegales porteñas, el 40% de los trabajadores esta en negro, sin derechos. El mercado sigue totalmente flexibilizado a gusto del capital. Ni hablar de aquellos honestos anarquistas y de sus fondos de huelga, o del sindicalismo clasista del Cordobazo y de las coordinadoras del 75 y su reemplazo por el sindicalismo empresarial que se abrió paso sobre la sangre de estos.

¿Festejar qué? ¿No tenemos nada que festejar entonces? Si. Aquellos que no tenemos ya más nada que perder salvo nuestras cadenas, tenemos que festejar. Festejar que contrariamente a los agoreros que pronosticaban el fin de la historia, la muerte de las ideologías y el triunfo del capitalismo, este hoy se resquebraja ante los ojos del mundo, abriendo un nuevo período histórico que coloca no solo la posibilidad de una profundización de la barbarie capitalista sino también, de nuevas crisis revolucionarias. Millones de personas comienzan a pasar por la experiencia de la crisis, ven por detrás de las palabras esbeltas el verdadero rostro del capitalismo. Así lo están viendo los huelguistas en Grecia, los miles de desalojados y los inmigrantes en EE.UU. Así lo comienzan a ver en Europa los empleados públicos y los desocupados.

Los trabajadores argentinos estamos mejor preparados para enfrentar este período que se abre, poseemos una historia muy rica de luchas que desemboca en el reciente argentinazo. A pesar de los intentos de recrear el bipartidismo con la nueva ley electoral, los partidos del régimen siguen desacreditados, al igual que la burocracia sindical, los jueces y los curas, a los que se le suma la desacreditación que experimentan los medios de comunicación. La institucionalidad burguesa en su conjunto cuenta con serias fisuras que pueden transformarse en un verdadero resquebrajamiento ante el desarrollo de la crisis.

Entonces, que la burguesía festeje su bicentenario. La tarea de los trabajadores es la de prepararnos pacientemente para transformar la crisis del capitalismo en una crisis revolucionaria que de todo el poder a los obreros y al pueblo. Solo de este modo podremos salir de la dependencia y del atraso. La burguesía ya no tiene más nada que ofrecernos a no ser, más dependencia y porque no, alguna que otra fiesta “popular” que compense la pérdida del orgullo nacional que el atraso al que nos condena suscita en las masas….

GR, 27-05-2010.

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