En la noche del 7 de agosto, previa a las Paso, el joven
jujeño Ariel Velásquez fue baleado cuando regresaba a su casa. Ariel militaba
para el radicalismo. Ese mismo día, había sufrido un altercado con un grupo de
la Tupac Amaru, mientras intentaba repartir boletas en un barrio. Allí, fue
echado del lugar al grito de: "este barrio es de la Tupac". En los
hechos que terminaron provocando su muerte el miércoles pasado, participaron
varias personas y no hay indicios de robo.
Patota paraestatal
La historia de violencia que envuelve a la Tupac Amaru se ha
manifestado en todos los ámbitos, y siempre bajo la forma de una patota de
represión paraestatal. Este 25 de agosto se dará sentencia en el caso de
"Pato" Condorí, asesinado en una toma de tierras en Humahuaca por un
grupo de la agrupación Tití Guerra, perteneciente en ese momento a la Red de
Organizaciones Sociales de Milagro Sala. En las elecciones municipales de 2013,
cuando el "Perro" Santillán recuperó el gremio, el actual concejal
por el Frente Unidos y Organizados, José Bejarano, le apuntó con un arma a los
integrantes de la lista Blanca (está filmado y denunciado). En plena campaña
electoral de 2013, Milagro sufrió un atentado por parte un grupo de individuos
que realizaron tiros sobre su columna, ese grupo pertenecía a la Tupac Amaru y
había sido desplazado de la organización.
En esta campaña electoral, las acciones violentas fueron
moneda corriente, desde las apretadas en las pegatinas, pasando por atentados
contra los frentes de casas de candidatos, o atacarlos con gas pimienta. Estos
son los antecedentes de quienes amenazaron a Ariel en la misma tarde de su
crimen.
La defensa de las patotas, cuestión de Estado
Todavía más grave ha sido la determinación con la cual el
gobierno nacional y la propia presidenta salieron en defensa de Milagro Sala.
Cristina Kirchner esgrimió una supuesta afiliación de Velásquez a la Tupac.
Pero se demostró que esa afiliación está falsificada, desde el nombre hasta la
firma. Desde la agrupación denunciada han salido a decir que no podría haber
sido militante del radicalismo y estudiar en un secundario de la Tupac, lo que
demuestra la brutal regimentación que se ejerce sobre los jóvenes y
trabajadores jujeños por parte de Sala y su aparato. Para el kirchnerismo,
cerrar filas con las patotas paraoficiales es una cuestión de Estado, y así lo
demostró en ocasión del crimen de nuestro compañero Mariano Ferreyra.
El Partido Obrero se ha solidarizado y participado
activamente en las movilizaciones para exigir el esclarecimiento del hecho y el
juicio y castigo a los responsables. En la movilización de ayer viernes, fuimos
el único partido que movilizó como tal, junto a la juventud radical, exigiendo
justicia por Ariel. La UCR, sin embargo, no se empeñó en una gran movilización,
ni siquiera participaron sus dirigentes principales. Es necesario preparar una
gran marcha a la Justicia y al poder político, por el esclarecimiento de los
hechos, el juicio y castigo a los responsables y el fin de la represión estatal
y paraestatal en la provincia.
Iñaki Aldasoro
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