POR QUÉ LLAMAMOS A VOTAR EN BLANCO
Argentina ha sido sacudida por un viraje político del
electorado, que tuvo mucho de imprevisto, en las horas previas a la jornada del
domingo 25. Repitió, en forma contradictoria, lo ocurrido en las elecciones
locales de la ciudad de Buenos Aires, cuando la lista encabezada por Martín Lousteau
recogió un súbito aluvión de votos, aunque en esa ocasión motivado por el afán
de derrotar a los candidatos de Mauricio Macri.
El domingo 25, el
peronismo perdió la gobernación de la provincia de Buenos Aires a manos de una
fuerza política que se define así misma como de "centroderecha". El
terremoto electoral no sólo se llevó puesto al nefasto Hannibal Fernández; los
"barones del conurbano", que representaban el mayor sistema punteril
del país, cayeron como castillos de naipes frente a candidatos improvisados.
Como consecuencia del
derrumbe del oficialismo existe la posibilidad de que Macri, en la segunda
vuelta, alcance la presidencia de la Nación. Un representante político de la
derecha y de un grupo empresario que hizo su fortuna con la dictadura ha
quedado a las puertas de la Casa Rosada. En la geografía política de Argentina,
sería secundado por los gobiernos de la Ciudad y las provincias de Buenos
Aires, Mendoza, Jujuy e incluso Córdoba -en la cual obtuvo arriba del cincuenta
por ciento de los votos.
No debería sorprender
que estos acontecimientos hayan desatado una enorme deliberación política, que
se procesa en las fábricas, en las escuelas y en los barrios. El Partido Obrero
toma en cuenta esta situación y aporta sus posiciones políticas al debate y a
las decisiones que habrá que tomar el 22 de noviembre.
Scioli, Macri
Contrariamente a lo que indican los prejuicios interesados,
el Partido Obrero defiende la tradición teórica y política del movimiento
obrero clasista, que hace una distinción de jerarquías entre las expresiones
políticas de la clase capitalista. Por ejemplo, entre democracia y dictadura y
entre diferentes gobiernos democráticos y también diferentes clases de
dictaduras. Sin comprometer nunca la independencia política del movimiento
obrero combativo, hemos apoyado a "los enemigos de nuestros enemigos"
en innumerables ocasiones, esto siempre con el propósito de restringir la
capacidad de acción del enemigo principal y ampliar la de pueblo trabajador. En
momentos críticos, por ejemplo, hemos llamado a votar por Evo Morales, en 2005,
luego de grandes insurrecciones indígenas, o por Lula, en 1989, contra Collor
de Mello, el representante de la oligarquía de Brasil.
Scioli y Macri, sin
embargo, no representan principios políticos diferentes, no digamos ya
antagónicos. Son los candidatos alternativos de la clase capitalista, nacional
e internacional, para imponer una salida a la crisis de Argentina contraria a
los trabajadores. Verdugos reconocidos del pueblo se encuentran en uno y otro
campo: Berni, Casal, Hannibal Fernández; del otro lado, la Metropolitana, Montenegro,
"Fino" Palacios. Unos patrocinan el Proyecto X para infiltrar de
espías los movimientos populares, y mandan la Gendarmería contra los obreros en
lucha; los otros reprimen en forma salvaje en el Borda para imponer un
negociado inmobiliario en sus terrenos. Han sido socios comerciales en el
reparto de la especulación con el suelo urbano y en el negocio del juego a gran
escala.
No hay, en la segunda
vuelta de la ronda actual de elecciones, un enemigo del enemigo del pueblo; en
ambos lados del mostrador hay un único bloque enemigo, separados por
diferencias internas de la clase capitalista y como expresiones de etapas
distintas del proceso político. Tanto el diario oficialista BAE como el
opositor La Nación coincidieron en informar que, hasta el 25 de octubre, la
mayoría de la cúpula empresarial estaba encolumnada en el apoyo a Scioli.
Durante la campaña
electoral los emisarios de Scioli, Massa y Macri recalaron en Estados Unidos
para negociar los términos de un acuerdo con los fondos buitre, y un nuevo
endeudamiento internacional con el capital financiero. Ambos han destruido la
salud y la educación estatal; ambos han contraído empréstitos, en Provincia y
Ciudad, a tasas de interés usurarias que pagará el pueblo. Scioli y Macri han
impulsado un fenomenal ajuste en sus distritos, subejecutando obras de interés
popular y agravando el peso de los impuestos inmobiliarios.
Quiebra del kirchnerismo
El ascenso de la derecha es producto de la bancarrota del
kirchnerismo "nacional y popular" de Chevron, Barrick, Cristóbal
López y los bancos que se la llevaron con pala. Macri vuelve a ascender como
consecuencia del fracaso pseudo progresista y pseudo nacional. La primera vez
luego del gobierno de Cromañón Ibarra. ¿Qué diferencia de orientación pueden
tener candidatos cuyos gabinetes cuentan con la presencia de ex directores del
Banco de Inglaterra, como Mario Blejer (Scioli), o del JP Morgan, como Prat Gay
(Macri)? La necesidad del recambio político, que primero se expresó con el
rechazo electoral a una nueva reelección de CFK, es una consecuencia más o
menos directa de la cesación de pagos en que se encuentra Argentina y de la
paralización de la economía. Esta cesación de pagos es el resultado del
vaciamiento financiero al que fue sometido el país, bajo el eufemismo del
"desendeudamiento" que elogian los K, Massa (fue jefe de Gabinete K)
y Macri. Scioli y Macri disputan la dirección de una política de ajuste y
devaluaciones que rescate al capital de la bancarrota presente, y le haga pagar
su costo a los trabajadores.
No sorprende, en
estas condiciones, que el oficialismo se encuentre cavando su propia tumba con
enfrentamientos cada vez mayores, en especial provocados desde la Casa Rosada.
La fórmula bicéfala Scioli-Zannini hace agua mucho antes de avizorar una hipotética
llegada al gobierno. El kirchnerismo denuncia a Scioli de ser responsable de
"la destrucción de la provincia" (Bonafini). Carta Abierta y otros
agrupamientos de la izquierda kirchnerista han caracterizado a Scioli como
representante de los "intereses concentrados". Con este panorama
ningún apoyo de último momento podría salvar a quien es considerado un enemigo
por sus propios socios políticos. Subirse a una nave averiada sólo podría
aumentar el número de damnificados de un naufragio.
Se cierra un periodo de nacionalismo burgués de cuarta
categoría, que al igual que sus antecesores es el responsable del ascenso de
fuerzas políticas reaccionarias. Esto ocurre a la escala de toda América latina
-desde el ajuste del gobierno PT-PMDB-evangelistas en Brasil; el ajuste de
Correa en Ecuador y el desquicio económico de Maduro en Venezuela. Es necesario
construir una izquierda autónoma y combativa en toda América latina.
El ballotage ha
puesto al desnudo la inviabilidad del Frente Renovador de Massa, árbitro
electoral de la contienda, cuya cúpula se ha dividido entre los dos campos en
disputa e incluso el voto en blanco.
Si Macri llegara a
recoger la mayor parte de los votos del Frente Renovador arribaría al gobierno
en la cresta de un aluvión electoral que no comulga políticamente con el
macrismo (del peronismo que boicoteó a Hannibal Fernández, del rejunte que
encabezó Massa y hasta de una parte del "progresismo"). El macrismo
sería, además, una ultra minoría parlamentaria. Esta base precaria explotará apenas
se lance el ajuste de fondo.
Nuestra política
El Partido Obrero y el Frente de Izquierda llamamos a votar
en blanco en función de las perspectivas que emergen de este desenlace
electoral. De ningún modo es una diferenciación en abstracto, mucho menos una
autoproclamación. Nos delimitamos de un régimen político y social hostil al
desenvolvimiento de la clase trabajadora y de las fuerzas políticas empeñadas
en una salida antiobrera a la bancarrota económica, política y moral de la que
ellas mismas son responsables. No hay un choque de principios, por parcial o
restringido que sea, entre Scioli y Macri, sino una comunidad de principios de
cara a una nueva manifestación de bancarrota capitalista en Argentina.
La inmensa mayoría
del pueblo trabajador se dividirá, en tres semanas, entre votantes a uno u otro
candidato del sistema. El llamado al voto en blanco es una tentativa de hacer
prevalecer la unidad de los trabajadores frente a la política capitalista. Los
que le reclaman a la izquierda que llame a votar a uno de sus enemigos,
pretenden que nos sumemos a la división de la clase obrera, la juventud y el
conjunto del mundo del trabajo detrás de intereses antiobreros.
Los términos de esta
declaración delimitan el voto en blanco del Partido Obrero del voto en blanco
de dirigentes del arco centroizquierdista y massista, que no trascienden el
pronunciamiento personal y no establecen una delimitación de principios con los
candidatos del ballotage. El centroizquierdismo ha participado junto al
macrismo en todo el ciclo electoral de este año, en diferentes provincias.
El Partido Obrero
llama la atención sobre las tendencias contradictorias del electorado, que son
también un reflejo de la desorientación de la clase dominante. El voto a
Lousteau en la Ciudad de Buenos Aires, en julio pasado, tuvo que ver con la
misma base social que se ha corrido ahora al voto al macrismo. Pero si Lousteau
hubiera derrotado a Rodríguez Larreta, ello hubiera puesto fin a la carrera
presidencial de Macri, abriéndole paso a una victoria de Scioli en la elección
general.
¡O sea que quienes estuvieron a punto de voltear a Macri en
julio, lo han llevado ahora al ballotage! El endiosamiento del electorado,
propio del palabrerío constitucionalista, es incapaz de dar cuenta de las fuertes
contradicciones que sacuden al país.
El 22 de noviembre
solamente tendrá lugar la definición constitucional de la titularidad del
próximo gobierno. No definirá la salida a la crisis económica y política
presente. Esa salida será decidida, por un lado, en el marco de una crisis
mundial cada vez más aguda; de la anarquía del capitalismo y el mercado y del
choque de fuerzas capitalistas rivales, principalmente internacionales; y por
otro lado, por la lucha de los trabajadores para que la crisis capitalista la
pague el capital y no el trabajo. Que la crisis la paguen los capitalistas
significa una reorganización social sobre nuevas bases y un gobierno de los
trabajadores.
¡Por una alternativa obrera y socialista!
1 de noviembre de 2015
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