DECLARACIÓN DEL PARTIDO OBRERO ANTE LAS MEDIDAS DEL GOBIERNO
DE MORALES SOBRE EL CARNAVAL
El carnaval no se toca
Gerardo Morales pretende
regimentar el carnaval del pueblo y eso no se lo debemos permitir.
En La Quiaca ya se afinan los
instrumentos para el bailecito, la cueca nos hará transpirar, la saya y la
morenada que viene de nuestra hermana Bolivia serán indispensables para hacer
retumbar el planeta. Un poco más allá los hermanos y hermanas de Villazón
acuden urgentes para las mismas tareas. El carnaval, impregna todos los
rincones de esta América latina tan diversa tan colorida. En épocas de muros,
el carnaval y su heterogeneidad es una cachetada a tanta xenofobia e intento de
desalojo.
El diablo del carnaval está
llegando a la Puna y el silencio se destruye por los vientos que salen de los
pulmones puneños a través de quenas y erkes. La mercadería que se fue acopiando
en estas semanas para “las invitaciones” ocupa cada vez más espacio en los
rincones de las casas. El tomate y la papa de la puna se entremezcla con el
colorido del papel picado.
En la quebrada los pueblos de
diferentes localidades preparan la chicha para los amigos y se están
inaugurando de a poco los mojones para que estén presentables para la salida
del diablo. Las pinturas rupestres de las piedras en Barrancas han empezado a
moverse al ritmo del tinku que suena en alguna radio vieja. El alud en Volcán
que ha sido un cachetazo por la desidia de los gobiernos de turno no impedirá
que la alegría del carnaval se pegue una vuelta por la vieja estación del
pueblo.
En los valles y la zona de los
pericos, infinidad de comparsas familiares preparan sus ropas para “las
pasadas” en las avenidas. Las ferias de la zona se pintan de colores, verduras,
ropas, espumas, lentejuelas, y las telas multicolores que servirán para los
trajes y vestidos hacen que los pasillos y calles de los feriantes se
transformen en decenas de arcoíris callejeros. La música se entre mezcla en
diferentes ritmos y melodías es todo tan caótico y a la vez tan sincronizado,
es el carnaval.
En las yungas, desde hace semanas
ya se escuchan los tambores y los pinkullos haciendo sonar el ritmo del PIN
PIN, las rondas y manos entrelazadas y el pasito corto y arrastrado hacen de
este baile una bandera de unidad y resistencia a tanto atropello. El Arete
Guazu se mezcla con los corsos, donde miles de personas se acercan a ver las
bellas comparsas que resumen todo un tiempo de trabajo. Familias enteras se han
roto el lomo para diseñar las ropas, mientras las telas coloridas se amontonan
sobre las máquinas de coser que giran y cosen a pura maña y fuerza de las
mujeres costureras que al levantar la cabeza se dan cuenta que ha amanecido
pero sin freno siguen trabajando para que sus niñas y niños, lleguen con las
ropas de la mejor manera.
El carnaval es Jujuy, y así se
vive. Miles de manos obreras, empleados públicos, municipales, desocupados,
todos aprovechan el carnaval para reírse y liberarse un par de días. Sí,
“liberarse” de tanta penuria y precarización de años y gobiernos anteriores, y
de tantos garrotazos de gobiernos de ahora, por lo tanto el carnaval debe ser
innegociable.
Ante todo esto el gobierno de
Morales en estas semanas ha pretendido “ordenar”, “regimentar”, a través de los
códigos contravencionales, las expresiones culturales y autónomas que ya son
parte de nuestro acervo cultural. Pretender que una comparsa familiar sea lo
mismo que un evento de un grupo folclórico es una burda maniobra de un ESTADO
que pretende digitar absolutamente todo con el único fin del negocio y la
recaudación de dinero. No les basta con los aumentos de la luz, del agua, del
gas, no les basta… siempre quieren más.
Nos piden habilitaciones,
permisos para ventas de bebidas, autorizaciones para cortar las calles,
autorizaciones según la cantidad de gente que venga a las invitaciones, carnet
sanitario, inspección técnica de bomberos, certificado de residencia. Etc, etc
etc.
Mientras todo esto pasa y bajo el
pretexto de apoyar el carnaval en la capital de la provincia financian una mega
fiesta de LOS TEKIS y sus amigos, en detrimento del esfuerzo a pulmón de las
comparsas familiares, negando u omitiendo que quienes hacen el carnaval es la
gente y las familias. Denunciamos esto como una operación política a favor de
los punteros políticos de turno y por negocios millonarios en contra de las
tradiciones de nuestro pueblo. El carnaval es del pueblo. El carnaval es
innegociable. Por eso es que le decimos NO a todo intento de regimentar las
expresiones culturales populares, decimos NO al carnaval de los punteros
políticos, NO al negocio del turismo en detrimento de nuestra cultura. Debemos
apoyar la autonomía de los pueblos y de sus expresiones culturales que son una
de las herramientas para liberarse de las cadenas de la explotación diaria.
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